martes, 4 de junio de 2013

La sangre del triunfo

Creo que, indiscutiblemente es el triunfador de San Isidro. Sólo por una razón, de peso, porque el toreo actual necesita toreros de la talla de Iván Fandiño. Un torero sencillo pero a la vez con mucha raza y apasionado por el triunfo. Un raza que le hace cruzarse con todo tipo de encastes y poder con ellos, saliendo triunfal cada tarde, en las que siempre ocurre algo importante. Cosas como esta, cosas como el toreo vibrante de Iván, hacen la Tauromaquia más grande. Y eso hizo la única tarde que toreó en la feria isidríl y al único toro que lidió, saler dispuesto a conquistar la puerta grande y hacer vibrar a la afición venteña, pudiendo con un toro astifino, de violenta embestida y con genio. Le hizo un faenón, reinó el mando y la torería, plasmó derechazos vibrantes y naturales con mucho poderío. Se metió en el terreno del toro, y le prendió al segundo encuentro de entrar a matar, le atravesó el muslo, un tabacazo, como solemos decir los taurinos. Sólo una tarde y un toro, pero ahí dejó escrito, con mayúsculas y claro, lo que es y quién es: Fandiño y figura.

                       

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