Dos mejicanos en Las Ventas, algo histórico. Juan Pablo Sánchez y Joselito Adame, junto al Cid en la tercera de la Feria del Arte y Cultura. En los tendidos las banderas mejicanas abundaban y las ganas de disfrutar con sus compatriotas eran desbordantes. Buen encierro de Alcurrucén con un quinto toro bravo y de alta nota. De nuevo un mejicano, de nuevo golpe de autoridad de Adame que le cortó una oreja al quinto. En su primero, con mando y poder, dejó pasajes tanto por el izquierdo como por el derecho. En su segundo, el quinto, el mejor de los Alcurrucén que fue protestado de salida y más tarde ovacionado al arrastre, al que Adame lo capoteó bien y dejó un quite muy vistoso, de agrade al público. El toro desarrolló fondo y fijeza, el de Aguascalientes realizó una labor de inteligencia, dándole tiempo y distancias, muleteó templadamente por el derecho con poderío, largura y templanza, dejándole la muleta siempre en la cara, tirando de él en todo momento. Al natural toreó con solidez, hondura y despaciosidad, conduciendo y alargando las embestidas del toro, cosa que transmitía a la afición venteña cada vez más. La faena tuvo por epílogo manoletinas, no muy limpias pero ceñidas. Pinchó al primer encuentro, pero seguidamente entró de nuevo y dejó una gran escoda. Enamoró definitivamente a Madrid. Se envolvió la bandera mejicana y paseó una merecida oreja. El toreo azteca ha transcendido de nuevo en Madrid. En México ya lo tienen en un altar, como figura.
Había otro mejicano, Juan Pablo Sánchez se fue contrariado y desencantado por no estar a la altura de sus compatriotas, pero plasmó dos labores dignas.
El Cid, hizo el que era su último paseillo en Madrid de estas ferias. No pudo hacer nada, sin opción en sus toros.
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