miércoles, 8 de mayo de 2013

La tarde que se consagró

Quiero recordar el San Isidro de 1997, concretamente la tarde del 27 de mayo, esa tarde en la que el  toreo entró en otra galaxia y revivió de las cenizas... Llegó un chaval de Galapagar y obró magia cuando se hechó la muleta a la mano izquierda. Consiguió cosir la embestida de un Alcurrucén que no tenia ni medio muletazo, bordo el toreo. El clamor de la afición al haber visto torero y de los buenos, le dio la Puerta Grande venteña y con ella, ser el triunfador de ese San Isidro.
Aquí tenéis la faena, disfrutadla al máximo.


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