Vivimos el toreo en estado puro. Gracias al buen juego del encierro de Garcigrande y Domingo Hernandez; gozamos y nos emocionamos en Bilbao. Una de las tardes de la temporda, sin duda. Ponce en Ponce, o lo mismo, en cátedra taurómaca. Juli rotundo, tremendo toda la tarde.

Aquello no se acabó ahí. Ante el quinto, El Juli hizo un faenón lleno de técnica, precisión y exigencia. Estuvo cumbre. Pulseando la embestida del toro, llevándo media muleta pegada al suelo, dibujó con la zurda exquisitos pasajes. Mató al segundo encuentro en la suerte de recibir y el público sólo le premió con una clamorosa ovación y petición de vuelta al ruedo.

Ante el que abrió plaza poco pudo hacer, ya que resultó manso, soso, falto de casta y celo.
Talavante, que entraba por la vía de la sustitución, sólo pudimos verle ante el tercero, con el que hilvanó una faena creativa y de templados naturales que acalló con los aceros.
Un tarde preciosa, para crear afición y que la afición salga de la plaza toreando. Esto deja huella. Viva el toreo.
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