sábado, 7 de septiembre de 2013

Morante: valor, sentimento y pureza

De Ronda dicen que es la "Ciudad Soñada". Pues yo les digo que es la ciudad donde sueñas con el toreo. 
Era la sexta actuación como único espada en la carrera del sevillano, después de haberlo hecho dos veces en Madrid y una en El Puerto de Santa María, Jerez y Zaragoza.
Volvía a la maestranza rondeña tras once años y, reaparecía tras 27 días después de la grave cornada sufrida en Huesca. El esfuerzo y la grandeza se conjuntaron para que Morante pudiera llegar a afrontar el reto de lidiar seis toros en la Goyesca.

Una gran peregrinación de aficionados se acercaron para vivir la magia morantísta al bicentenario coso de piedra. Todos ellos vivieron la inmensidad que tuvo la faena al tercero. Un faenón, donde emergió el toreo de forma grandiosa. "Canalla" llevaba por nombre el toro, al que saludó con el capote plasmando un ramillete de majestuosas verónica y ganado terreno hasta llegar a los medios. Sonaron palmas por bulerías después de armarla quintando por verónicas y dejando una media monumental. Empezó el tercio de muleta con pases de la firma. Ayudados por alto y molinetes abelmontados. Llegó el colofón, la exquisitez de la labor. Soberbios naturales. Largos, lentos, de mano baja y temple. Aquello ardía de emoción. La plaza se tiño de blanco al dejar una media estocada fulminante y paseó los dos apéndices.  
Al segundo de la tarde le cortó la oreja. El negro listón recibió hasta tres puyazos y en el primer de ellos derribó al caballo.Toro con genio y transmisión, de menos a más. Morante, gobernó la embestida tirando del astado y esbozó derechazos con sentimiento y sabor, rebozándose con él. 
La faena al quinto fue una labor reinada por el esfuerzo, el valor, la inteligencia y ligazón. Dibujó derechazos de mano baja y largura, muy jaleados por la afición. Estampó un cambio de mano espectacular. En los últimos compases de la labor, el toro le dio un arreón, le quitó la muleta y lo persiguió. Tardó en perfilarse y oyó hasta dos avisos. La gente se enfrió y le dejó sin premio. 
Con el sexto puso toda la carne en el asador. Salió a revienta calderas. Recibiendo al burel con una media cambiada de rodillas. Puso dos pares de banderillas en todo lo alto y reunidos, y el que hizo tercezo fue sentado en una silla y con banderillas cortas. Se apagó pronto el cornúpeta y lo pasaportó rápidamente, dejando un pinchazo. Del que abrió plaza sólo resaltó la gran estocada que dejó, a un toro protestón y escarbón. 
Gran tarde en general y gran nivel del sevillano, que abandonó el coso rondeño a hombros, cruzando el umbral de la puerta grande con tan sólo tres orejas. 

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