Debutaba en Pamplona la ganadería salmantina Valdefresno y Fraile Mazas. Entró a última a hora a causa de que los Cebadas no pasaran el reconocimiento veterinario. En el sorteo, el encierro me pareció muy aparatoso y además con pocos kilos, los asistentes allí comentábamos que daría juego y tendría movilidad, pero al empezar la corrida, nos llevamos el chasco. Hasta el tercero, no cambió la cosa. Saltó un toro con más recorrido, al que le tocó en suerte al tan querido por la afición pamplonesa, Rubén Pinar. Este toreó con largura y firmeza por el pitón derecho, aguantando la embestida del toro para que no se rajara. No tuvo la transmisión sufiente para concederle la oreja, aunque allí, pude observar que muy pocos hacen caso a lo que ocurre en el ruedo, un alto porcentaje esta de parranda todos los festejos.
Tenía ganas de ver a Alberto Aguilar en vivio y en directo, pero esta vez no tuvo suerte en su lote, le salieron dos toros descastados. De sus sendas faenas reinó la disposición y la valentía.
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