Cuando el ligazón y el temple se conjuntan, cuando la cadencia y el compás juegan a la par, cuando brota algo mágico, algo eterno, lleno de templanza y embrujo. Cuando se consigue dormir al toro en los vuelos de la muleta y enamorar al público, dibujando tales muletzos de ensueño, él parando el tiempo, nosotros soñando y disfrutando:
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