Era la tarde de Manuel Escribano, reaparecía después de cinco
meses apartado de los ruedos a causa de la gravísima cornada sufrida en Sotillo
de la Adrada (Ávila) que le tuvo al borde de la muerte. El de Gerena salió por la puerta grande junto a David
Mora en un festejo que estuvo marcado por la falta de fuerza del encierro de
Luis Algarra. Cerraba festejo Arturo Saldívar que no pudo demostrar nada en
ninguno de sus dos toros.
Manuel Escribano desorejó al noble cuarto,
hilvanando una labor llena de ligazón y exigencia. Lo recibió a portagayola,
como es habitual en él y lo dejó casi sin picar. Quitó por gaoneras y deslumbró
en banderillas, especialmente en el último par, un par al quiebro pegado a
tablas donde la gente vibró. Inició muleteando por el pitón derecho, templando
y gobernando la embestida. Cimentó prácticamente todo su quehacer por el pitón
izquierdo, plasmando naturales largos y templados. Concluyó derrochando valor
en los arrimones finales y remató con manoletinas. Dejó un espadazo en todo lo
alto y la gente, toda la tarde con él, le pidió con fuerza las dos orejas.
Antes, se le fue la oreja en el primer toro al pinchar una faena llena de
temple y gusto. Mañana lo podremos ver en el mismo marco en la corrida de Ana
Romero ya que ocupa la vacante de Alberto Aguilar, herido en Cali (Colombia).
El de Borox cortó un apéndice de cada toro
y acompañó a Escribano a hombros. En su primera faena se topó con un cornúpeta
falto de transmisión y, al igual que en su segundo, estuvo seguro y solvente.
Los mejores pasajes llegaron por el pitón izquierdo, atesorados de suavidad. Lo
pasaportó dejando una estocada sin puntilla, que prácticamente le valió la
oreja. Con el que hizo quinto estuvo muy valeroso, el burel fue a menos pero
mantuvo la movilidad que le valió a David Mora para solventar.
Como he comentado antes, el mejicano se
cruzó con los garbanzos negros de la corrida de Algarra.
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