Antonio Gaspar, Paulita, salió a hombros de Valdemorillo. Se lo
jugaba todo, tal y como me afirmó en la entrevista que le hice este invierno, en la que me afirmaba que Valdemorillo
le iba a condicionar toda la temporada porque le podría abrir muchas puertas. No
defraudó, al contrario, ilusionó a toda España. La gente se quedó con ganas de
verlo más. El aragonés desorejó al que hizo quinto, de nombre Flameado II. Un toro que tuvo
fondo, movilidad y fue aplaudido en el arrastre. Paulita se entregó y acabó
gobernando la embestida del cornúpeta. Muleteó con profundidad por el pitón
derecho y con clase y gusto por el izquierdo. Las dos tandas de derechazos
finales marcaron su quehacer, metiendo de lleno a la afición en la faena. Muy
seguro toda la tarde, sorprendió su gran facilidad y eficacia a la hora de
pasaportarlo. El presidente no lo dudó y sacó los dos pañuelos.
Se le fue la oreja en su primero, al que
saludó garbosamente a la verónica. La faena estuvo marcada por el gusto y la
suavidad, dejando los mejores pasajes por el pitón izquierdo. Tardó en caer el
toro y la gente le obligó a dar la vuelta al ruedo.
Javier Castaño saludó sendas ovaciones. De
la corrida, deslumbraron David Adalid y Fernando Sánchez, como es habitual,
dejando excelsos pares de banderillas. En su primero, el salmantino hilvanó una
labor llena de transmisión donde llegó lo más lúcido por el pitón izquierdo.
Pinchó la faena del cuarto, un toro bajo y bien hecho pero de embestida
irregular. Castaño plasmó muletazos templados y mandones.
Manuel Escribano no tuvo el día. Su lote
se apagó muy pronto. Destacó su firmeza y seguridad ante el tercero y
su buen toreo de capa y disposición ante el sexto.
Luis Antonio Gaspar se reivindicó. Puso
todo de su parte y demostró donde puede llegar. Al final del festejo manifestó: “Estas
oportunidades no hay que dejarlas escapar, creo que me he ganado estar en
Madrid”.